lunes, 29 de agosto de 2011

Lo dijo Parra en su última clase...

"Adiós estimados alumnos
a defender los últimos cisnes de cuello negro que van quedando en este país
a patadas
a combos
a lo que venga
la poesía nos dará las gracias".

sábado, 27 de agosto de 2011

Breve comentario sobre la crisis de la educación chilena

Hace meses se viene desarrollando el mayor paro educacional de los últimos años en Chile, no es tan sólo grande en adhesión de diversas instituciones educativas, sino que también en el apoyo social recibido transversalmente. El problema planteado por estudiantes secundarios y universitarios se resume en dos puntos: calidad y lucro, ambos conceptos provienen de una errada fuente ideológica, considerar y presumir de que la educación es un bien de consumo, por lo tanto el acceso a mejores condiciones formativas está directamente relacionado con el pago por ese producto.
El país vive así una distribución del derecho a la educación en condiciones diferenciadas por ingreso familiar, los más ricos tienen una mejor educación porque pagan por condiciones y contenidos que efectivamente desarrollan el pensamiento, el alma y el cuerpo, en cambio los más pobres no pagan o pagan menos, situación que hace que el sistema se ajuste al presupuesto. El resultado de este flujo es una gran desigualdad de oportunidades, completa inequidad por todos sabida, por muchos respaldada y por otros tantos aceptada.
La educación superior funciona en la misma lógica, solamente que el descaro de políticos y empresarios (o lo mismo sería decir "políticos empresarios") sepultó a través del endeudamiento a los estudiantes de las tantas universidades del país, o mejor dicho centros de difusión de información porque de universidades tienen poco o nada. Los "académicos" durante años se han mantenido en este sistema recibiendo importantes cantidades de dinero por servicios nada de académicos, quedando la formación de profesionales en mano de cualquiera que quisiera hacer clases, sin investigar ni preguntar demasiado.
Así, en algún momento había que despertar, los jóvenes secundarios nuevamente han salido de sus colegios para decir la verdad a cara destapada, con la certeza de que perdían más quedándose en la sala de clases que luchando por un cambio, por otra parte los universitarios han sabido usar sus años de experiencia y formación para activar un movimiento nacional cohesionado, atractivo e inteligente y los profesores, la CUT y los políticos han sabido, bueno han sabido aprovecharlo para volver a los siempre recordados ´80, porque ese nunca más tiene que volver a decirse y porque disfrutar de 30 años de políticas concertacionistas en los cuales compraron casa, auto, colegios, etc., no tienen tanta emoción como los vídeos del "no" y los "compañeros".
Desde la pequeñez de mi experiencia, creo que el movimiento tiene toda la razón y obligación de llegar con sus intenciones a un término de conflicto que nos obligue al resto a actuar, a comprometernos en una acción educativa distinta, a participar activamente en las determinaciones del proyecto educativo de país, ese proyecto que está en la consciencia de la gente y no se encuentra en ningún programa político hasta ahora.
Los caminos planteados por el movimiento estudiantil son la vía para que la gran mayoría pueda ser y estar dignamente en el sistema educativo, con acceso a aprendizajes reales, útiles para uno mismo y para la sociedad, sin endeudamiento, pero haciéndose responsable de lo que pasa, sin esperar a que 5 años más vuelvan a pasar delante nuestro para salir a la calles, sino que haciendo un trabajo codo a codo, en el cual todos los que quieran y puedan se preocupen por lo que pasa en los colegios, en la comuna, en la región, por escoger representantes con una visión amplia de la realidad social y educativa, que no le teman a la polémica, a la diversidad, al conflicto ni menos a la pobreza.
Construir una sociedad con todos significa que también me incluyo, que incluyo al que piensa distinto a mi, que dialogamos y entendemos que hay espacio para todos si trabajamos en la base del respeto y admiración por la dignidad humana. Este camino huele a esfuerzo por lo que confío en que habrá que forjarlo con tesón, paciencia y amor. El asunto es que hay que empezar a caminar, no me gustaría ver que de la crisis caemos en depresión...

A Santiago los boletos

Ahora sabemos que la próxima estación es Santiago, esperar impacientemente nos dejó la lección de disfrutar el "mientras tanto" pero ahora las reflexiones previas al cambio son un ruidito constante. Irme a vivir a la capital seguro habría sido un sueño a los 17 años, un inicio de vida en la gran ciudad, el centro administrativo y financiero del país, no legislativo por 200 km (sin duda una burla para los que vivíamos un poco más lejos). Pero ahora que estamos empacando para hacerlo, solamente pienso en qué será de la vida allá, qué será de los sueños y las promesas que me hice alguna vez.
Siempre he pensado mi trabajo para ser un aporte real al país, aún no creo serlo, he sido profesora a duras penas, seguro que no la mejor, pero quise mis días de clases con locura y entusiasmo, aunque seguro mis ex-estudiantes no creerán que era lo suficientemente buena y estoy de acuerdo con ellos, no lo era, pero quiero serlo. Empecé el Mg. apenas salí de la U porque quería ser un aporte real a la educación del país, hice una investigación que me motivaba un montón y que finalmente después de dos años podré publicar y presentarla en un congreso, pero aún así no siento que sea un aporte a la educación de mi país, más bien siento frutos de la famosa "renta educativa", pero en mi vida personal y no en el país... Al empezar el doctorado dimensioné la realidad de mi pequeñez que es -aunque ridículo- tremenda, no soy mucho y seguro que no sé mucho, pero aún estoy aquí intentando hacer algo útil. Acá debo aclarar un aspecto personal, cuando me decidí por la educación siempre lo hice desde mi cama mirando directamente un cerro muy alejado, pero lo suficientemente grande para verlo desde mi ventana en Valdivia.
Cambio de párrafo, porque ahí cambió mi vida, en ese cerro había uno y varios campamentos, lo he dicho mil veces y nunca pararé de hacerlo, creo que conocer ese cerro y ver que era muralla, miedo, fuente de tierra, de leña y tantas cosas más, cambió mi vida. Por eso pensaba que me quedaría por esas tierras verdes a aportar para que no hayan más niños sufriendo exclusión, desigualdad y falta de acceso, todas las penas juntas y en potencia. Tantos años han pasado y no tengo idea cómo lo haré porque no quiero abandonar ese sueño, sé que me voy a una ciudad que está partida por la mitad, donde la mitad de arriba se olvida de la mitad de abajo que después de tantos años ha terminado odiando a la mitad de arriba, una ciudad donde la mayoría intenta salir adelante pero no puede, donde hay gente que viaja más de una hora para llegar a trabajar a una comuna "desarrollada" y luego volver a la pobreza con un sueldo que no alcanza para nada, ni para soñar.
Quizás exagere y omita muchos aspectos de la realidad santiaguina, sin embargo al plantearlo así me desafío a querer tanto esa ciudad como al campamento, a omitir los 6.000.000 para mirar a los 2 ojos que tenga en frente firme y con sinceridad, a sentir el pulso de una ciudad que puede ser un lugar mejor si hay corazones que estén dispuestos a hacer de su trabajo un servicio profesional. En fin, terminaré mi tesis donde nunca la habría empezado, en la dureza de la realidad y como me lo ha dicho Jorge siempre "ir desde la teoría al aula", esta vez desde el sueño a la realidad, a probar (me) que se puede seguir soñando para esta vez efectivamente haciendo un aporte a la educación.
Las puertas se han abierto una vez más para empezar de nuevo, claro que esta vez para cumplir con lo viejo.