jueves, 22 de septiembre de 2011

Los aprendizajes son aquello...

... por medio de lo cual un ser se reposesiona de los interrogantes fundacionales de la cultura para acceder a las respuestas elaboradas por sus predecesores y atreverse a dar las suyas (Meirieu, 1997: 80-81) o conversaciones en el café del Instituto.

Hoy cuando ya me iba del Instituto al cual asisto para hacer mi investigación sobre Participación Juvenil en Instituciones Educativas de Secundaria, me detuve a tomar un café con uno de los profesores que entrevistaré prontamente, mientras charlábamos sobre el tema de mi estudio se comenzó a acercar un chico con cara de angustia, él profesor le preguntó que si se había levantado tarde porque tenía una cara terrible, tras algunos gestos, le preguntó directamente que en qué andaba. El chico dijo que estaba viendo qué hacer para seguir estudiando tras haber terminado el colegio.

Desde ahí en adelante la conversación se concentró en escudriñar que había hecho y cómo lo había hecho, el profe obtuvo pocas respuestas, pero el lenguaje no verbal del chico mostraba claramente que el tema lo tenía complicado, que si no estudiaba pronto, no tenía que hacer en el día, por lo menos durante tres meses y que no encontraba la plaza/cupo que quería.

Un par de consejos más tarde, la pericia del profesor y la entrega del joven estaban en la mesa, se plantearon desde cosas muy profundas como la voluntad, el empeño, el sentido del esfuerzo físico y el académico, la experiencia propia del profesor en estos temas, hasta cosas más prácticas como aprovechar las oportunidades culturales (conocer varios idiomas), la importancia de mostrar interés a través de cartas, mails, llamadas por teléfono, tejer redes, etc. De repente la charla se vió interrumpida cuando sonó el timbre en el Instituto y el café comenzó a llenarse de estudiantes y profesores. Así en un tiempo y tras un apretón de manos el joven se marchó.

Cuando lo vi irse, comencé a pensar en qué había pasado...el chico quiso ir a buscar esas ideas a un lugar donde lo conocían, quiso conversar el tema y escuchar, mostró sin miedo su angustia y sus temores, aceptó ser cuestionado y reflexionar con otros sobre su futuro y su presente. El joven tomó un conflicto personal y lo llevó al diálogo con una persona que conocía, que le era próxima y que lo guió sin obligarlo a hacer algo, el profesor lo orientó, le expuso las fortalezas que poseía y lo inspiró a seguir. Quizás el chico haya tomado una decisión, puede ser que no, ahora viene la segunda parte de lo que definió Meirieu como aprendizaje; atreverse a dar respuestas propias.

Como espectadora me quedo con la sensación de que el aprendizaje puede ser la definición de Meirieu, lo que se vivió en media hora y por sobre todo la importancia de la relación entre profesor- estudiante, en la cual más allá de lo concreto que los vincula o vinculó en un aula, se pueden trazar las bases que permiten el diálogo franco sobre la vida, un diálogo que finalmente ayuda a que ambos se reconstruyan al encontrarse en las incertidumbres y certezas del otro.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Y septiembre será primavera...

Tiempos revueltos en Chile, donde un movimiento educativo; demandas históricas mapuche y las injusticias en materia social han unido a las personas en otra forma de pensar y pasar el 18. Ahora se desarrolla un movimiento que demuestra la necesidad de poner en el tapete y en nuestros corazones una verdad que ya acuñó Allende: la historia la hacen los pueblos...
Quizás este septiembre nos traiga flores de consenso, de propuestas reales y comprometidas, puede ser que florezcan en nuestros corazones la fuerza para ponernos a trabajar juntos por una educación que permita sacar lo mejor de cada uno en toda la diversidad. Parece que un nuevo pueblo chileno se levanta, un pueblo diverso, que no es sólo uno sino varios pueblos, quizás se deje de lado la violencia y se empiece a usar la fuerza de la razón , como debería decir un escudo acorde a los tiempos.
Todo lo anterior puede ser que venga, yo lo huelo, veo que se debe avanzar en crear lazos de confianza, de compromiso entre todos los actores políticos, o sea entre toda la población. Una democracia joven necesita de gente joven que quiera trabajar tomando la historia y poniéndola al servicio de las necesidades actuales. Como decía en un post antiguo, somos todos los que debemos asumir los costos y las implicaciones de los cambios, no evadir ni delegar en representantes, tampoco presionar solamente a través de marchas, hay que hablar fuerte y claro, pero con el corazón abierto a que una nueva historia de la nación chilena empiece, esta vez de verdad en septiembre.